dimecres, 14 de març del 2012

CONTRAINDICACIONES

No veas Treme si buscas un personaje como Omar Little, aquel Robin Hood moderno cuya muerte nos pareció tan injusta, como si un crío de apenas 11 años aniquilara media serie de un tiro.
No veas Treme si eres blanco y estás cómodo con que Denzel Washington y Halle Berry sean los actores de color por antonomasia.
No veas Treme si las partes que más te gustaban en The Wire eran los tiroteos, los asesinatos y la sangre fría de los matones.
No veas Treme si piensas que es normal que a un agricultor le paguen 5 céntimos por un kilo de tomates y en la tienda se venda a un euro con cincuenta y nueve.
No veas Treme si cuando te hablan de televisión y sociología piensas en las ediciones de Gran Hermano.
No veas Treme si tu ídolo es Chuck Norris.
No veas Treme si sales huyendo cuando son las fiestas de tu barrio.
No veas Treme si votaste a Rajoy ( o incluso si, sin hacerlo, valoraste la posibilidad).

Si te sirves la cerveza siempre en un vaso, tampoco la veas.
Ni si tienes el armario lleno de trajes chaqueta, y tiras las camisetas al par de años de llevarlas.
Ni si no te suena ningún trompetista que no sea Rudy Ventura.

Cualquier otro motivo vale para verla, así que os ahorro un tostón sobre la HBO y las series de calidad y el sentido de la vida. O sobre la gran tragedia griega cuyas trazas adivinamos tras cada momento y en cada relación entre personajes.

Sin gustarme, para nada, esos estilos musicales tan puramente americanos que salpimentan las escenas: no me gusta el ragtime, el cajun, el zydeco, el rhythm and blues más primitivo, las brass bands, el blues de los pantanos, el hip-hop, el country: de toda la selección musical apenas aguanto los escarceos con el free-jazz del hijo del Gran Jefe Albert Lambreaux. El resto de la música no me toca la fibra, jodido europeo criado con Kraftwerk que soy. 
Eso sólo hace más grande el logro de Simon: tejer una madeja en torno a una ciudad cautiva de su fama, abandonada a su desgracia, y hacernos pensar por qué las cosas son así, y en qué se parece nuestra ciudad a esa que estamos viendo.

Una de las escenas del último episodio contiene este diálogo, entre Arnie Reyes, que repara techos y trabaja en lo que le sale, y su primo, Nelson Hidalgo, comisionista que gana fortunas especulando con la compra de terrenos. Por lo cual están a punto de descubrir que ha pagado sobornos. Ante unas copas, los primos se sinceran. Nelson está ya algo afectado por el alcohol.

Arnie : Nelson, díme una cosa, ¿tú qué haces?
Nelson : ¿Que qué hago?¿qué quieres decir?
Arnie : ¿Qué es lo que haces?
Nelson (sacude la cabeza) : Hago negocios, gano dinero...
Arnie : Pero qué fabricas, qué es lo que haces?
Nelson (ladea la cabeza, resuella): pst.
Arnie : Cuando estoy de portero me encargo de que la gente pague la entrada, o no dejo que los borrachos toquen a las chicas. Y cuando me subo a una casa, pongo el tejado
Nelson : Cuando hago un negocio, algo se hace.
Arnie : Como qué?
Nelson : Ese tema inmobiliario. Voy a contarte un secreto (se acerca confidencialmente, mira alrededor). Van a construir un hospital ahí, por eso están comprando las casas.
Arnie : Primo, aquí todo el mundo dice que hay un hospital que no quieren reabrir.
Nelson : (Hace el ademán de troncharse de risa).Vale, pues este será nuevo, incluso mejor.
Arnie : (Sube el tono mostrando un ligero cabreo). Pero tú no vas a construirlo, has comprado unos terrenos para luego venderlos y ganar dinero  antes de que lo construyan.
Nelson : Vale. Y qué?
Arnie : Que cuando yo pongo un tejado ya no llueve encima de alguien.
Nelson : (aplaude lenta e irónicamente)...
Arnie : Me piro.
Nelson : (Tras despedirse con la mano, coge la copa que ha dejado Arnie, la levanta, y brinda en dirección al primo que se aleja).

2 comentaris:

  1. Y sino me suena el nombre de ningun trompetista, la veo igual? Comprendo lo que dices. Que tenga acceso aquel que sepa apreciar. Tambien esperamos que aquel que escuche logre comprender y cambiar algo dentro de la mente.
    La reacción inicial al diálogo que muestras, sería algo así como: "Qué hijo de puta" y una sonrisa irónica.

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    Respostes
    1. Yo empezaría antes con The Wire, o con The Sopranos, que son el padre y la madre, o viceversa, de todas las series actuales.
      Puede que sean series que cambien la mente de quien las ve, por lo menos en incorporar sentido crítico. Pero por eso no todo el mundo las quiere ver, porque no todos son humildes para reconocer que su cerebro puede ser mejorado.
      Si sólo tienes que conocer un trompetista, empieza por Miles Davis, por cierto.
      Gracias y saludos.

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