dimarts, 17 de gener del 2012

LA EMPERATRIZ

Ya hablé en un lejano post sobre Bob Marley sobre la cuestión de la mitificación en exceso. Que hasta a tótems absolutos pueden perdonárseles grandes errores, como la fe equivocada que Marley profesaba por Haile Selassie, errático emperador de una Etiopía que gobernaba a su absoluto capricho. En un día en que  me quedo estupefacto con el ejercicio de hipocresía de la gran mayoría de los políticos ante la muerte de Fraga. Con una moderación y una grisura, teñida de falta de valentía y de determinación para llamar a las cosas por su nombre, tal que me provoca arcadas. 
Artur Mas : "uno de los políticos activos más destacados". 
Montilla subraya su papel en "la articulación de los sectores conservadores democráticos" de España. 
Por contra, Lara de IU "Fraga se va sin que su partido haya condenado el franquismo". 
Cierto es que habrá quien defienda que este es un momento en que la gente debe indagar en sus semejanzas más que en sus diferencias. Lo que yo digo es que esa tibieza beneficia, sobre todo, a los de siempre.
Puede que Air hayan cometido un error al asociar su música con la imagen y el aparato publicitario de una firma como Cartier. La industria del lujo no parece muy afectada por el panorama actual. Los ricos de verdad no han dejado de serlo apenas, y se siguen gastando partes de sus fortunas en bagatelas como las que produce Cartier, o Hermès, o Dior. No sé que hacen un par de parisinos con pinta de ir en bicicleta, vestirse con lo que encuentran aunque sea del día anterior, y afeitarse muy esporádicamente, liados con ese aparatoso mundo. Está claro que cierta música de Air es lujosa y evocadora. Alguna es perversa, por cierto, alguna habla de alfombras manchadas tras felaciones. Air andan cerquita de editar un disco inspirado por El viaje a la Luna, la famosa y añeja película de Mélies, con el cohete incrustado en la cara del satélite. No recuerdo grandes experiencias relacionadas con la revisitación musical de grandes mitos del cine mudo. Pet Shop Boys y El acorazado Pothemkin: ampuloso y sobreorquestado. Jeff Mills y Metrópolis: maquinal y acelerado. Está claro que Air hace años que trazan, sin excesivo ruido, una clara curva de decadencia, de grupo que se funde lentamente en el entorno, con una base de seguidores que se empequeñece a la vez que se atrinchera en sus magníficos primeros cuatro discos. Con independencia de lo que puedan hacer más adelante, hay que agradecerles su buen gusto a la hora de elegir influencias y referencias. Beach Boys, Bacharach, Kraftwerk, Gainsbourg, y esa mujer que embellece este post: Françoise Hardy, lánguida cantante, seguramente cautiva de su espléndida imagen, que, cuarenta años más tarde aún es imitada en masa por todas las revistas de moda mensuales de grueso tomo, de nombres afrancesados, que aparecen sobre los días 20 de cada mes, repletas de arriba abajo de cosas inalcanzables,o casi. Que buscan como locas imágenes con esa capacidad de seducción y frescura. Una frescura tan exultante que todavía hipnotiza, como una primavera que se queda estancada en esos días de abril, cálidos al mediodía, frescos cuando anochece, sobre las ocho.

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